La ley de Texas establece que un menor de 12 años o más puede hablar con el tribunal para expresar con qué padre desea vivir principalmente. Sin embargo, la preferencia del menor por sí sola no es suficiente. El tribunal requiere pruebas claras y convincentes de que modificar la custodia o la tutela es lo que más conviene al menor.
Se toman en cuenta factores como: el rendimiento escolar, la asistencia, problemas de consumo de alcohol o drogas por parte de un padre, y el bienestar general del menor. El tribunal parte del principio de que los niños no siempre saben qué es lo mejor para ellos. Por eso, el caso debe presentarse con argumentos sólidos que demuestren que el cambio de custodia es realmente lo mejor para el menor.
A menudo, el tribunal designará a un representante del menor para que ayude a presentar argumentos y pruebas sobre qué es lo mejor para el niño. Es fundamental que dicha persona sea seleccionada por su experiencia y formación profesional. También es importante que el abogado que abogue por el cambio de custodia sea proactivo y se alinee con las expectativas de ese representante.
Generalmente, cuanto más cerca esté el adolescente de la emancipación, más peso puede tener su deseo ante el tribunal. Esto se debe a que la ley considera el desarrollo del adolescente hacia la adultez, y reconoce que puede ser beneficioso permitirle fortalecer su vínculo con el otro padre.
No obstante, incluso si el menor está cerca de emanciparse, el tribunal analizará si el otro padre puede ofrecer un entorno seguro y adecuado. Esto es especialmente relevante si el deseo del menor de cambiar de custodia se basa en evitar la disciplina o las reglas razonables del hogar.
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